La disfunción eréctil es uno de los problemas más comunes y angustiantes que afectan a la población adulta. Es, además, un padecimiento que va en aumento en todo el mundo. Estudios epidemiológicos muestran que aproximadamente la mitad de los hombres de más de 40 años edad sufre de disfunción eréctil, y de acuerdo con ciertas proyecciones estadísticas, en el año 2025 habrá más de 300 000 000 de hombres en el mundo con disfunción eréctil.
Antes de 1973 las opciones terapéuticas para tratar la disfunción eréctil se limitaban a la psicoterapia y a las inyecciones intramusculares de testosterona, pero desde entonces, con el surgimiento de nuevas alternativas, ha mejorado notablemente su manejo.



Epidemiología
La disfunción eréctil, definida como la incapacidad persistente de obtener y/o mantener una erección suficiente para llevar a cabo una relación sexual satisfactoria, es una condición común entre hombres de todo el mundo. En 2005, más de 25 000 000 de hombres de entre 40 y 70 años padecían esta condición en Estados Unidos; en América Latina se calcula que entre 40 y 46% de la población en ese rango de edad presenta algún tipo de disfunción eréctil. Específicamente, en 2001 un estudio mostró que en México 55% de la muestra de 1 200 hombres de entre 40 y 70 años de edad, y 9.7% de los hombres de entre 18 y 39, padecían algún grado de disfunción eréctil.

En América Latina se calcula que entre 40 y 46% de la población de entre 40 y 70 años de edad presenta algún tipo de disfunción eréctil.

Factores de riesgo
Hay una serie de factores asociados a la disfunción eréctil; los más comunes son diabetes mellitus, hipogonadismo, hipertensión arterial sistémica, enfermedad vascular periférica, hipercolesterolemia, el uso de ciertas drogas, enfermedades neurológicas, enfermedad de Peyronie, alcoholismo, tabaquismo, depresión e insuficiencia renal, entre otras.

Diabetes mellitus
En estos pacientes las causas vasculares de disfunción eréctil se pueden prevenir con la reducción o eliminación de los factores de riesgo, como tabaquismo, hipertensión, obesidad, hipercolesterolemia y sedentarismo; la prevalencia en estos pacientes aumenta con la edad, pero no existe una correlación estadística entre la duración de la diabetes y la disfunción eréctil

Hipercolesterolemia
En un estudio que se realizó con 3250 hombres se demostró que cuando se rebasan los 60 mg/dl de HDL hay una probabilidad de 30% de padecer disfunción eréctil, y que aumenta a 80% cuando el HDL es menor de 30 mg/dl, lo que demuestra la importancia de los niveles de colesterol de alta densidad en la fisiopatología de la enfermedad.

Hipertensión
La hipertensión arterial sistémica lleva a un deterioro de la función eréctil en casi todos los pacientes, que se agrava con la asociación de factores como la diabetes y el tabaquismo; asimismo, las drogas antihipertensi-vas disminuyen en forma importante la respuesta a las drogas vasoactivas, útiles en el tratamiento de la disfunción eréctil.

Tabaquismo
El tabaquismo es un factor de riesgo para el desarrollo de arteriosclerosis en las arterias pudendas y penianas, comunes en pacientes jóvenes con disfunción eréctil. Los fumadores "fuertes" o que fuman mucho presentan más arteriosclerosis con alteraciones hemodinámi-cas que los fumadores ligeros. El daño arterial se da por aceleración de la esclerosis de la túnica íntima y por las alteraciones en los niveles de colesterol asociados al tabaquismo.

Disturbios hormonales
Las alteraciones del eje hipotálamo-hipófisis-gonadal pueden estar relacionadas con la disfunción eréctil. A los 70 años los niveles de testosterona están 30% abajo del límite inferior en pacientes más jóvenes. Con el aumento de la edad hay también una reducción en la producción de prolactina.
Insuficiencia renal crónica
La insuficiencia renal crónica está asociada a la pérdida de la libido y a la disfunción eréctil. Estas alteraciones ocurren por la disminución de los niveles de testosterona, diabetes mellitus, alteraciones vasculares, medicamentos y neuropatías.

Diagnóstico
En cualquier enfermedad el proceso de diagnóstico debe ser suficientemente detallado para encontrar la etiología correcta y determinar el tratamiento más adecuado. En el caso de la disfunción eréctil muchas veces no se consigue establecer la etiología exacta o un diagnóstico preciso, o si se consigue, la causa no es reversible; por ejemplo, no es posible revertir una neuropatía diabética.

Para establecer el diagnóstico pueden seguirse varias técnicas, como la arteriografía y la medición de la presión de la oclusión de la arteria cavernosa, con cierta utilidad en casos selectos. Sin embargo, con la aparición de los medicamentos orales efectivos, muchos pacientes no quieren evaluación, sino sólo recibir la prescripción del tratamiento. De esta manera el proceso diagnóstico, •que en otros tiempos fue bastante invasivo, ahora puede ser adaptado a cada individuo.


Tratamiento
El médico debe informar al paciente sobre las opciones terapéuticas, detallando las ventajas y desventajas de cada una. Debe aclarar si la opción que ofrece es curativa o paliativa; la primera busca restaurar definitivamente la erección de los pacientes e incluye la corrección o suspensión de los factores causales. Las terapéuticas paliativas dan una erección adecuada únicamente en el momento de la relación sexual, así que debe ser utilizada cada vez que el paciente tenga un encuentro de esta naturaleza.

Después de muchos años de aplicar tratamientos invasivos, la comunidad médica dispone ahora de compuestos que, aunque no son perfectos, están mucho más cerca del tratamiento ideal de lo que alguien podía imaginar hace apenas una década.
Como ya mencionamos, antes de 1973 las opciones terapéuticas para la disfunción eréctil eran limitadas, pero a mediados de esa década el desarrollo de prótesis penianas efectivas hizo que aumentara el número de pacientes que buscaban esta alternativa. En 1982 el descubrimiento accidental de que la inyección intracavernosa de papaverina provocaba la erección creó otra opción terapéutica importante: la autoinyección intracavernosa de fármacos vasoactivos.

Pequeños avances ocurrieron al final de los años ochenta con el uso de aparatos de vacío, y a mediados de los noventa, con la aprobación de la terapia intrau-retral de alpostadil. Pero el cambio más acentuado en la historia de la medicina sexual ocurrió en 1998, cuando fue aprobado el sildenafil, la primera medicación oral realmente efectiva contra la disfunción eréctil.

Hoy en día existe un grupo de fármacos que comparten el mecanismo de acción, es decir, la inhibición de las fosfodiesterasas, tales como el tadalafil, el var-denafil y el mismo sildenafil, fármacos que provocan la vasodilatación en los cuerpos cavernosos, lo que se traduce en una erección.

Sin embargo, hay un porcentaje de pacientes que no responden a estas opciones de tratamiento, ya sea por la gravedad del daño vascular, o bien, por la enfermedad causal del padecimiento; en esos casos habrá que considerar el uso de bombas de vacío o las prótesis, de las cuales hay semirrígidas, maleables e inflables.

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