El alcohol, también llamado etanol, es un compuesto químico que se puede obtener de diversas formas, principalmente por la fermentación de azúcares derivados de plantas y granos. Los primeros registros que se tienen de la fermentación de frutas son del año 800 a.C, en Arabia; posteriormente, en la Edad Media se empleó el alcohol derivado de la fermentación de frutas para curar enfermedades.

Al mismo tiempo que se empezó a usar con fines medicinales y religiosos, se diversificaron las fuentes de las cuales se obtenía el alcohol, hasta abarcar una amplia variedad de frutas y granos, y se mezclaba con distintos ingredientes para crear diversas bebidas alcohólicas. Actualmente, el principal uso del alcohol es recreativo, y junto con el tabaco es la droga legal que más se vende en todo el mundo.


La cantidad de alcohol que se ingiere en las bebidas es muy variable. Va desde bebidas con relativamente poco alcohol —como la cerveza, en la que por cada 100 mililitros de líquido, entre 4 y 7 mi son alcohol— hasta los destilados —como es el caso del tequila, el mezcal o el whisky, cuya concentración de alcohol es de 40' por cada 100 mililitros.

El alcohol tiene muchos efectos sobre diversos órganos y aparatos del cuerpo humano. Debido a sus características químicas, se absorbe con rapidez en el estómago y el intestino delgado, por lo cual poco después se alcanza un nivel alto de alcohol en sangre, así como los demás efectos en el cuerpo. Aunque el alcohol tiene efectos prácticamente sobre todos-los órganos, aparatos y sistemas, los más importantes son los cambios que produce en el cerebro y la conducta, en el sistema cardiovascular y en el hígado.

El alcohol tiene efectos importantes en el esófago y el estómago, ya que daña directamente la capa de moco que los protege, y también provoca lesiones en la capa de células más externa de la mucosa, lo que favorece la aparición de úlceras y gastritis.

En el cerebro, los cambios que provoca el alcohol son directamente proporcionales a la dosis que se ingiere, y llegan a ser completamente opuestos: dosis pequeñas causan un estado de alegría que llega a la euforia, mientras que dosis altas provocan somnolencia, sueño y hasta estado de coma o muerte (ver recuadro). La cantidad de alcohol que provoca los síntomas es variable, ya que cada persona lo procesa de forma diferente: hay personas que con muy poco alcohol experimentan datos de intoxicación, mientras que otras pueden consumir grandes cantidades sin presentar síntomas aparentes de alteraciones graves.

El consumo de pequeñas cantidades de alcohol en varias de sus formas —vinos, cerveza, licores— ha demostrado tener efectos benéficos sobre la salud, ya que ayuda a procesar grasas y estimula el aparato digestivo y el cerebro. Sin embargo, el consumo de dosis altas de alcohol se asocia con un aumento en el riesgo de muchas enfermedades, y con una mayor probabilidad de sufrir un accidente.

El abuso del alcohol tiene consecuencias muy graves, no sólo físicas sino mentales y hasta sociales. Uno de ellos es que el cuerpo cada vez necesita mayores cantidades para lograr sentir los efectos deseados, lo cual hace que los niveles de alcohol sean cada vez más riesgosos y tóxicos. El alcoholismo se presenta cuando un individuo no puede controlar por sí mismo la cantidad de alcohol que consume y no puede dejar de tomar sino hasta que prácticamente pierde la consciencia. Es un problema de salud pública, ya que provoca importantes daños a la salud del individuo y afecta a la sociedad donde se vive. La intoxicación con alcohol es un problema que puede poner en peligro la vida de un individuo; para el tratamiento de esos casos existen fármacos para contrarrestar los efectos del alcohol y reducir así su toxicidad. En esos casos, siempre es necesario acudir a un centro hospitalario en busca de atención profesional.

Ojo con el alcoholímetro

Desde hace algunos meses, en muchas ciudades del país se han instaurado medidas descontrol vial que consisten en detectar por medio de operativos a personas que estén conduciendo vehículos en estado de ebriedad, con el llamado "alcoholímetro". Con esta simple medida se han evitado muchísimos accidentes de tránsito, principalmente las madrugadas de los días festivos. Lo que se hace es someter al conductor del auto a una sencilla prueba en la que éste sopla en un aparato que mide el nivel de alcohol que hay en el aire que sale de sus pulmones; el nivel de alcohol en el soplido es equivalente al nivel de alcohol en sangre, y a partir de un cierto punto se considera que esa persona no puede conducir un vehículo, ya que sus reflejos y su estado mental en general no se encuentran óptimos y puede provocar un accidente (ver recuadro). El alcoholímetro no mide el nivel de alcohol que hay en la boca, por lo que el uso de pastillas o chicles para tratar de engañar al aparato es inútil, ya que lo que se detecta es el alcohol que sale de los pulmones.

El metanol, peligro a la vista

Es un compuesto muy parecido al alcohol, no sólo desde el punto de vista molecular, sino también físicamente: ambos carecen de color y se evaporan y se disuelven en agua con facilidad. A pesar de sus grandes similitudes, entre estos dos compuestos existen diferencias muy importantes; la principal es que si el metanol entra en contacto con el organismo (ya sea por la piel o ingerido en bebidas adulteradas) causa alteraciones en la sangre y daño irreversible en la retina de los ojos, provocando ceguera. Bastan 15 mi para provocar ceguera, y entre 70 y 100 mi para causar la muerte si el paciente no recibe atención oportuna. El metanol es más barato que el alcohol, por lo que a veces se emplea de forma ilegal en la producción de bebidas alcohólicas para abaratar los costos e incrementar las ganancias. Por ello es muy importante no tomar bebidas que no estén embotelladas y debidamente etiquetadas.

El alcohol de la farmacia no es para beber

Muchas veces pensamos que el alcohol que se vende para uso clínico (en las farmacias), también llamado "alcohol del 96", se puede beber y no es así; aun cuando es derivado de la caña (como el ron y algunos aguardientes), el proceso industrial al cual se somete durante su producción consiste en agregarle una sustancia altamente tóxica (el glutaraldehído) para poder producir grandes cantidades en poco tiempo. Beber este tipo de alcohol puede provocar daños irreversibles en el hígado y los riñones.

0 comentarios