El tema de la locura ha estado presente a lo largo de la historia del ser humano, aunque su concepto y definición han evolucionado de acuerdo con la cultura y la sociedad. Se ha abordado con enfoques filosóficos, místico-religiosos y, desde hace relativamente poco, médicos. Pero cada uno de estos puntos de vista ha tratado al loco de manera diferente, ya sea enalteciendo su enfermedad, relacionándola con la posesión demoniaca —la cual lleva a la purificación por medio de la exclusión o muerte del paciente— y, en el último caso, aislándolo en asilos u hospitales para garantizar el orden.
Estas diferentes concepciones han dejado huellas en la cultura y en las representaciones sociales que todavía se mantienen. No por nada aún existe un sentimiento de temor y rechazo hacia la locura y, de hecho, su estudio científico es bastante reciente.


Pero, ¿qué es lo normal? En realidad sólo es lo que está bien visto o es bien aceptado, en general, por una determinada sociedad, comunidad o grupo. En consecuencia, si lo normal es algo que aceptamos porque lo vemos a diario y con lo cual estamos familiarizados, ¿no cabría la posibilidad de que todos estuviéramos locos porque vemos como normal la locura de los otros? No sería nada loco pensar así, ya que es fácil vivir suponiendo que somos normales si tenemos como referencia lo anormal, o sea, la locura. Tener una línea muy bien definida de lo que es la locura nos permite desenvolvernos como si nada y sin que los demás nos vean mal.
¿Acaso loco no es aquél que vive creyendo que lo que hace es normal aunque no lo sea? Entonces todos somos locos y sólo los que se autodenominan "normales" viven con un disfraz que les permite circular por este mundo sin culpa ni crítica alguna de parte de los "normales" que andan por ahí. Por eso lo que se considera locura va cambiando con el tiempo, como la ropa de temporada, porque una vez que nos acostumbramos a verla y a oírla, simplemente deja de serlo para volverse cotidiana, lo que está bien.
¡Qué aburrida sería la vida sin algo de locura! Quien se sabe loco no lo es tanto por el simple hecho de entender lo que hace, y quien es normal deja de serlo cuando los "normales" lo consideran loco.
En el lenguaje cotidiano, la palabra loco debe de ser una de las que más se usan; seguramente la emplean los jóvenes para reconocerse como pares, las personas mayores para descalificarse entre sí, y nos viene de perlas para describir algo creativo, fuera de lo común; lo curioso es que echamos mano de un término que se usa para definir a las personas enfermas de la mente.
"De poetas, sabios y locos todos tenemos un poco", dice la sabiduría popular, y con frecuencia podemos comprobarlo en nuestra vida, cuando nosotros mismos reconocemos algo poco racional en ellas.
Y ahí está la psiquiatría, que es la disciplina médica que lleva casi dos siglos ocupándose de las enfermedades mentales, clasificaciones, tratamientos y definiciones, a tal punto que no hay película o telenovela en que no haya un personaje psiquiatra o sacerdote. Ellos y su discurso se ubican en la historia del cine y la televisión como portadores de la razón, casi del justo medio. Prácticamente ya se sabe que cuando los enredos y desenredos de la trama están en su apogeo, aparece algún médico o psicólogo que restablece la tranquilidad y el buen tino. Ni falta hace decirlo, porque el sujeto es capaz de transmitir a los atribulados televidentes la paz y la tranquilidad propia "del que sabe", del que no se deja enredar, del que reinstala la razón. Porque de eso parece tratar uno de los temas de la locura: de los locos y los cuerdos, de la razón y la sinrazón, y de allí se arriba a la dichosa cuestión de los límites: ¿hasta dónde llega el reino de la locura, hasta dónde el delirio, la irracionalidad?
Resulta irónico que la historia esté repleta de personajes cuyas locuras hicieron cambiar su curso, a los cuales se recuerda luego por todo, menos por su enfermedad mental, entre ellos a Salvador Dalí, con sus aseveraciones, como: "los locos vivimos en nuestro mundo, los cuerdos viven en el mundo de los demás; para nosotros el tiempo no existe, pero para los cuerdos es fundamental; los locos vivimos la vida de la manera en que soñamos, los cuerdos tienen que pensar diez veces lo que van a decir; nosotros actuamos según nuestros instintos, los cuerdos por su conveniencia; los locos creamos la realidad, los cuerdos son los que la viven; todo el mundo habla solo, pero mientras nosotros lo hacemos en voz alta, los cuerdos lo hacen en silencio por temor a que los escuchen; los locos no necesitamos dinero, a los cuerdos nunca les alcanza; los locos viajamos a otros universos, los cuerdos temen abandonar la tierra; nosotros nos sentimos libres, pero los cuerdos siempre se empeñan en encerrarnos".
La psiquiatría es la ciencia médica que se dedica a atender y tratar la; enfermedades mentales, que son muchas y sería larga enumerar. Sin embargo, podemos mencionar la esquizofrenia, a la cual se ha catalogado como sinónimo di locura. Un ejemplo es el paciente cuya sintomatología; psicótica se manifiesta con delirios y alucinaciones se aún las cuales Dios le envía el mensaje de "salvar a mundo", y que por su desorden mental genera múlti pies conflictos en el ámbito familiar, lo que condición que sea internado en hospitales psiquiátricos, dada s mala adherencia terapéutica..Su estado mental empieza a mejorar al darle tratamiento, la sintomatología rem te y se restablecen su coherencia y su congruencia, a como la capacidad de juicio, que le permite diferencia; entre lo real y lo irreal.
También está el caso del paciente neurótico, de peí sarmientos pesimistas y catastróficos que no es capaz c hacer frente a las adversidades de la vida cotidiana. Integrado a un proceso psicoterapéutico, y si es necesaria con tratamiento psicofarmacológico, podrá recupera su estado de ánimo.

0 comentarios