El término "tatuaje" deriva de tattau, una palabra proveniente de Tahití que significa "marcar" y que ha servido para designar aquellas imágenes plasmadas en la piel mediante la utilización de pigmentos especiales, ya sean temporales, como la henna, o permanentes, que se introducen bajo la epidermis con agujas u otros instrumentos.
Según el autor John Rush, se han encontrado agujas de hueso con residuos de carbón y de ocre rojo que datan del Paleolítico tardío, por lo que se cree que las prácticas de adornar el cuerpo datan por lo menos de hace 200 000 años.
Casi todos conocemos el método actual para realizar tatuajes, pero existe una gran variedad de técnicas que han sido desarrolladas en diversos grupos culturales. Por ejemplo, algunas tribus indígenas americanas acostumbran pinchar la piel sin agregar color, es decir, el tatuaje lo constituye la cicatriz misma de ese pinchazo. En otras regiones se agrega color, y en unas más, como entre las tribus del Ártico, se pasa un hilo con pigmento por debajo de la piel.


El significado psicológico y social de los tatuajes es muy profundo, ya que, como dice el doctor Enid Schildkrout —quien presentó su exposición Body Art: Mar\s of Identity "Arte corporal: marcas de identidad" en el año 2000, en el Museo Americano de Historia Natural—, el arte corporal "no sólo le da significado a la edad y al género, sino que le rinde honor a la belleza, a la valentía y a la adquisición de conocimientos". En esa muestra podían verse diversos objetos de Egipto, Grecia, Perú, Ecuador, México y Costa Rica, que ya en el año 3000 a.C. servían para realizar tatuajes.

En Estados Unidos la costumbre de tatuarse se popularizó a partir de la Segunda Guerra Mundial, cuando los marinos se tatuaban calaveras. Luego, los hippies pusieron de moda símbolos de paz, el ying yang y mariposas. Hacia finales de los ochenta, algunos rockeros hicieron aún más populares varios símbolos que los hacían ver "agresivos".

En México se observa cada vez más que los jóvenes adornan su cuerpo con tatuajes permanentes, los cuales consisten, por lo general, en el nombre de su pareja, corazones e imágenes religiosas, como la de la Virgen de Guadalupe, el rostro de Jesucristo, figuras de ángeles, etcétera. Muchas mujeres usan tatuajes a modo de maquillaje permanente en las cejas y los labios, así como para delinear el contorno de los ojos.

Hay que considerar que hacerse un tatuaje implica tomar una decisión de manera consciente y responsable, ya que se trata de algo permanente, excepto los realizados con henna natural, por lo que, en caso de desear retirarlo, se requiere un costoso procedimiento médico que puede dejar cicatrices.

En el caso de los menores de edad se pide la autorización de los padres para que puedan someterse a este tipo de procedimientos.

Existen diversos métodos para retirar un tatuaje, entre ellos la aplicación de químicos, como el ácido tánico o tricloroacético, y los métodos mecánicos, como la abrasión superficial o profunda, la remoción quirúrgica con o sin colgajos —dependiendo del tamaño de la imagen—, y la aplicación de nitrógeno líquido o crioterapia. También se utilizan la electroci-rugía y diversos tipos de láser.
Cualquiera de estas técnicas debe llevarla a cabo un especialista, ya sea un dermatólogo o un cirujano plástico. Nunca se debe intentar remover un tatuaje uno mismo, ya que esto conlleva el riesgo de sufrir quemaduras, infecciones y desarrollar cicatrices.

Los piercings
Un piercing o perforación, consiste en la colocación de un pendiente o de una argolla en alguna saliente de la piel, dejando que ésta cicatrice alrededor del objeto incrustado. El piercing más popular en nuestro medio es el que se hace a prácticamente todas las niñas en los lóbulos de las orejas como parte del ritual del nacimiento (se considera extraño que una niña no porte aretes).
Los piercings pueden realizarse en cualquier parte del cuerpo, pero se acostumbran sobre todo en las orejas, las cejas, la lengua, los labios y el ombligo. Algunos menos frecuentes, pero no por ello raros, son aquellos que se ponen en los pezones o incluso en el área genital.

Al igual que los tatuajes, las perforaciones tienen un largo historial en las más diversas culturas. La experta en el tema Anna Greenblatt refiere que la perforación corporal de la época moderna se inició en el ambiente gay sadomasoquista de San Francisco, California, en la década de los setenta. Al principio la práctica estaba prohibida, así que se mantuvo de manera clandestina hasta el inicio de los noventa, cuando coincidió con la exhibición de videos musicales de rock y otros géneros, como el rave, donde se mostraba abiertamente una gran variedad de piercings, por lo que éstos pasaron a ser algo común y muy solicitado por la juventud de entonces.
Ahora bien, hay personas que son rechazadas por llevar estos adornos, ya que se consideran expresión de una personalidad "desenfrenada" o poco conservadora. Los piercings se han tomado como símbolos para expresar individualidad, pero también rebeldía. Algunas empresas llegan a rechazar a los aspirantes que buscan empleo si son portadores de tatuajes o perforaciones corporales, por lo que es sumamente importante tomar esto en cuenta antes de decidir realizarse uno.
Al igual que los tatuajes, el procedimiento de colocar un arete en la ceja, la lengua o los labios debe hacerlo un experto en la materia, ya que algunas personas pueden desarrollar reacciones alérgicas tanto a los pigmentos como a algunos metales. En la colocación de un piercing siempre hay que cerciorarse de que se utilice material desechable, sellado, no reciclado. Nunca se realice un tatuaje o perforación en un puesto callejero o de playa.

Los tintes
La industria de los tintes para el cabello es exitosa en todo el mundo, ya que sólo en Estados Unidos 30% de las mujeres y 10% de los hombres mayores de 40 años los utilizan. En Europa más de 60% de las mujeres y 10% de los hombres los emplean en promedio seis u ocho veces al año.

La aplicación de un tinte puede hacerse en casa o bien, en una estética por un precio módico, pero no es una práctica que esté totalmente libre de riesgos. El efecto secundario más frecuente es la llamada dermatitis por contacto, que consiste en la inflamación y enrojecimiento de la piel cabelluda por el uso del amoniaco y el peróxido que contienen los tintes.
En casos extremos puede ocurrir una reacción más generalizada, que puede ir desde la aparición de ronchas en la cabeza y el tronco hasta reacciones anafilácticas, es decir, que implican inflamación de las vías respiratorias y que ponen en riesgo la vida de la persona.

En 2006 se prohibieron en Europa 22 sustancias contenidas en los tintes para el cabello, ya que se creía que estaban relacionadas con la aparición de diversos tipos de cáncer. Posteriormente, la industria cosmética presentó al Comité Científico de la Comunidad Europea 115 documentos sobre la seguridad de las sustancias que se emplean en los tintes para el cabello. Además, se hizo un extenso análisis de la literatura sobre el tema y se concluyó que no había evidencia convincente de que el uso personal de tintes para el cabello y un incremento en el riesgo de desarrollar cáncer estuvieran vinculados; sin embargo, para los usuarios masculinos se consideró un incremento del riesgo relacionado con leucemia, mieloma múltiple y enfermedad de Hodgkin y no Hodgkin.

Parece recomendable no usar tintes para el cabello con demasiada frecuencia, pero si usted se va a aplicar alguno prefiera los tintes semipermanentes y los tonos claros, y asegúrese de usar guantes.

Durante mi práctica como dermatóloga he cocido casos de pacientes que han vivido experiencias desagradables e incluso riesgosas a causa de la aplicación de piercings y tatuajes. El primer caso que quiero compartir es el de una joven de 13 años que acudió a un centro donde se realizan estos procedimientos tan populares. Ella quiso imitar a su hermana mayor, quien meses antes se colocó un arete en el ombligo. Quizá las condiciones higiénicas del lugar no fueron las adecuadas, y también es posible que no le dieran las indicaciones correctas de lo que debía hacer después, pero a los tres días se presentó enrojecimiento, dolor y un abultamiento (es decir, un absceso) en el sitio de la punción. Por suerte su hermana la llevó al consultorio y ahí recibió tratamiento antibiótico y antiinflamatorio, con buenos resultados.

En otro caso, atendí a una paciente que mostraba un abultamiento en el sitio de la lengua donde se había colocado un arete; esa tumoración, llamada granuloma, era muy molesta para comer y había que destruirla con técnicas quirúrgicas. La chica sufrió mucho dolor y pasó largo tiempo en recuperación.
Respecto a la aplicación de tatuajes, incluso los temporales pueden tener consecuencias desagradables. He conocido casos de pacientes que durante unas vacaciones se aplicaron tatuajes de henna que luego les provocaron fuertes reacciones de hipersensibilidad, es decir, una dermatitis por contacto. Esto se manifiesta con enrojecimiento y comezón intensa, así como por la formación de ampollas, en los casos más graves.

En ocasiones, al realizarse tatuajes convencionales sobrevienen algunas complicaciones, como infección local con salida de material purulento, fiebre y dolor; al consultorio han acudido jóvenes que se aplican tatuajes entre sí, compartiendo las agujas, lo cual es sumamente peligroso, ya que no sólo pueden sufrir infecciones locales sino además contraer hepatitis o incluso el VIH.
Siempre hay que recordar que un tatuaje aplicado con aguja o con máquina suele ser permanente, que su remoción es costosa y no siempre cosméticamente agradable, como le sucedió a una ama de casa que, sin que su esposo lo supiera, se realizó un tatuaje permanente con la figura de un conejito de Playboy, lo cual provocó un gran enojo en su pareja, quien le pidió que se lo quitara. El procedimiento fue doloroso y costoso y dejó una cicatriz permanente en el sitio afectado.

Éstas son algunas experiencias desagradables que suceden en la vida real y que debemos tomar en cuenta cuando decidamos acudir a un lugar especializado para la realización de estos procedimientos.

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