Aunque el hombre prehistórico ya almacenaba la carne en cuevas de hielo, la industria de congelados tiene un origen más i reciente que la de envasado. El proceso de congelación fue utilizado comercialmente por primera vez en 1842, ; pero la conservación de alimentos por congelación a I gran escala se inició a finales del siglo XIX, con la aparición de la refrigeración mecánica.


Efectos de la congelación en el contenido nutricional
Todos los efectos son menores cuanto más rápidamente se produce la congelación y menor es la temperatura de almacenamiento. Algunos efectos que sufren los nutrimentos con la congelación son:

Efecto sobre las proteínas
Cuando el producto se ha congelado lentamente o cuando ha habido fluctuaciones de temperatura durante el almacenamiento, los cristales de hielo que se han formado crecen, extrayendo el agua ligada a las proteínas, de tal forma que éstas se desorganizan y luego ya no pueden recuperar dicha agua durante la descongelación. Al perderse, esta agua arrastra los nutrientes hidrosolubles. Este proceso cambia la textura del alimento, endureciéndolo e incluso disminuyendo su solubilidad y valor nutritivo.

Efecto sobre el almidón
El almidón está formado por cadenas lineales de glucosa, llamadas amilosa, y por estructuras ramificadas complejas llamadas amilopectina. Los granulos de almidón en una suspensión fría tienden a hincharse, reteniendo agua, y a una cierta temperatura se gelatinizan, espesando el líquido. Cuando este gel se deja reposar, las cadenas lineales de amilosa se agregan como si cristalizaran y liberan parte del agua previamente retenida en su estructura. Por ello conviene seleccionar entre los alimentos congelados, aquellos almidones con baja proporción de amilosa. Por ejemplo, el arroz tiene 16 % de proporción de amilosa y el maíz de 24%, mientras que el sorgo y la tapioca no la contienen.

La congelación de alimentos es una forma de conservación que se basa en la solidificación del agua contenida en ellos. La aplicación intensa de frío es capaz de detener los procesos bacteriológicos y enzimáticos que destruyen los alimentos. Para ello se someten a un enfriamiento muy rápido, a temperaturas del orden de los -30° C, con el fin de que no lleguen a formarse microcristales de hielo, que romperían la estructura y la apariencia del alimento.

Efecto sobre los lípidos
Un lípido en estado sólido se denomina grasa, mientras que en estado líquido se llama aceite. El cambio de sólido a líquido depende de la temperatura de fusión del lípido. Al congelar un alimento los aceites se solidifican y pueden llegar a contraerse.
Todos estos procesos dan lugar a tensiones internas que pueden producir agrietamientos o fracturas en el alimento congelado.

Efectos en las vitaminas
La congelación tiene un efecto mínimo en el contenido nutricional de los alimentos. Algunas frutas y verduras se escaldan (introduciéndolas en agua hirviendo durante un corto tiempo) antes de congelarlas, para desactivar las enzimas y leva-duras que podrían seguir causando daños, incluso en el congelador. Este método puede provocar la pérdida de parte de la vitamina C (de 15 a 20%). A pesar de esta pérdida, las verduras y frutas se congelan en condiciones inmejorables poco después de ser cosechadas y generalmente presentan más cualidades nutritivas que sus equivalentes "frescas". En ocasiones, los productos cosechados tardan días en ser seleccionados transportados y distribuidos a los comercios, y durante ese tiempo pueden perder progresivamente vitaminas y minerales. Las bayas y las verduras verdes pueden perder hasta 15% de su contenido de vitamina C al día si se almacenan a temperatura ambiente.

En el caso de las carnes de ave o de res y el pescado congelados, la congelación prácticamente no afecta las proteínas, minerales y vitaminas A y D que contienen. Sin embargo, durante su descongelación se produce una pérdida de líquido que contiene vitaminas y sales minerales hidrosolubles.

¿Qué alimento no debería congelarse?
La congelación puede dañar algunos alimentos debido a que la formación de cristales de hielo rompe las membranas celulares. Este hecho no tiene efectos negativos en términos de seguridad (en ese caso, también mueren células bacterianas); sin embargo, el alimento queda menos crujiente o firme. Entre los alimentos que no resisten la congelación están las verduras para ensaladas, los champiñones y las bayas.
Los alimentos con mayor contenido de grasa, como la nata y algunas salsas, tienden a "cortarse" cuando se congelan. La congelación comercial es más rápida, gracias a lo cual los cristales de hielo que se forman son más pequeños. De esta forma se reduce el daño ocasionado a las membranas celulares y se preserva aún más la calidad del alimento.

Consejos para congelar
Los congeladores deben estar siempre a -18° C o menos. A diferencia de los frigoríficos, los congeladores funcionan mejor cuando están llenos y no hay mucho espacio entre los alimentos. Es importante proteger los alimentos para evitar quemaduras de congelación utilizando bolsitas especiales o recipientes de plástico.
No introduzca alimentos calientes en el congelador, ya que aumentaría la temperatura de éste y eso afectaría negativamente a otros alimentos. Deje que se enfríen los alimentos antes de congelarlos. Asegúrese de que los alimentos se hayan descongelado por completo antes de proceder a cocinarlos. Los alimentos que se han congelado y descongelado nunca deben volver a congelarse.
Puntos importantes en el proceso de congelación
Condiciones de los alimentos
1. Deben ser alimentos muy frescos.
2. Preparación inmediata e higiénica.
3. Blanqueo o escaldado de vegetales y frutas.
Cadena de frío:
Conservación del alimento a -18° C, -20° C

Descongelación
La descongelación consiste en someter los alimentos congelados a procedimientos que permitan que su temperatura sea en todos sus puntos superior a la de congelación. El alimento descongelado debe consumirse de inmediato.
Pérdida de nutrientes
1. Puede haber pérdida de proteínas por congelación o por descongelación defectuosas.
2. Los glúcidos no sufren alteración alguna.
3. Las grasas se vuelven rancias después de cierto tiempo.
4. Las vitaminas y los minerales no sufren pérdidas por la congelación, pero sí por el escaldado.
Las vitaminas C y B se pueden perder por una descongelación incorrecta.
5. El ácido fólico de los vegetales se puede perder si no se aprovecha el agua que resulta
i de la descongelación.
6. Las frutas y la carne de pollo deben descongelarse a temperatura ambiente. Hay pérdida de nutrientes.
7. El pescado y otras carnes deben descongelarse a 40 C durante unas ocho horas. No hay pérdida de nutrientes.

Tiempo de conservación de diferentes alimentos
Alimento Tiempo (meses)
Carne Hasta 12
Hortalizas " 12
Fruta " 10
Lácteos " 08
Pescado " 06
Platos cocinados " 04
Pan " 03

Muchos consumidores se preguntan si los alimentos congelados son tan nutritivos como los frescos; en realidad, la tecnología de congelación más adecuada se encuentra hoy en día en las industrias especializadas, la materia prima empleada es fresca y de óptima calidad y se congela en excelentes condiciones, lo que permite que conserve su composición nutrimental. Al congelar rápidamente y a muy baja temperatura se mantienen los nutrientes esenciales intactos. Por el contrario, cuando la congelación es doméstica se produce una merma nutritiva.


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La rutina, el reposo y el cerebro
¿Serán las vacaciones un concepto que el ser humano inventó para justificar sus deseos de descansar, o son parte del reposo que necesitan la mente, el cuerpo y el espíritu? Se llama vacaciones a los días del periodo anual designado para que las personas dispongan de un descanso total o de un receso de sus actividades cotidianas. Se dice que cambiar de actividad es igual que descansar, así que un individuo con una actividad laboral intelectual podrá encontrar descanso en una actividad manual, mientras que un sujeto con un gran trabajo manual podrá descansar mejor realizando alguna actividad intelectual.
La razón principal de que existan las vacaciones es prevenir el estrés —además de otras patologías físicas o emocionales—, así como incrementar la efectividad y productividad de las actividades durante el resto del año. Porque si bien es cierto que la vida nunca es fácil, la complejidad y las presiones aumentan cuando se está trabajando.


El estrés es un conjunto de reacciones que se generan en el organismo como respuesta a una diversidad de agentes nocivos, entre los que se encuentran el exceso de trabajo, las aspiraciones no satisfechas, la ansiedad laboral; todo lo que en conjunto implica un exceso de demandas externas superiores a la capacidad del individuo para resolverlas.

El estrés ocasiona una respuesta biológica como resultado de la producción de grandes cantidades de hormonas y de la alteración de los neurotransmisores cerebrales, lo que trae como consecuencia un importante deterioro de la salud física y mental del individuo, un pobre desempeño de sus actividades laborales y relaciones sociales y, en general, de su desenvolvimiento personal.
El ser humano posee un eje de comunicación constituido por el hipotálamo, la hipófisis y las glándulas suprarrenales, el cual gobierna las reacciones orgánicas del cuerpo. Ante situaciones alarmantes o periodos prolongados de estrés, este eje se altera, lo que provoca un incremento en la producción de dos sustancias principales: una hormona que se llama cortisona y otra que se denomina adrenalina y es un neurotransmisor. El aumento brusco de éstas en el torrente sanguíneo puede ocasionar problemas serios en el corto y el largo plazos. Estas sustancias son responsables de múltiples reacciones que atentan contra nuestra salud: pueden elevar de manera súbita la presión arterial o la frecuencia cardiaca, y en casos crónicos, es posible que se produzcan afecciones coronarias más severas, así como incrementos de los niveles de azúcar y colesterol en sangre, o descalcificación de los huesos. El exceso de cortisona puede acarrear trastornos del sueño y de la memoria, así como cambios del estado de ánimo. Asimismo puede afectar el sistema nervioso autónomo, el cual regula una serie de funciones automáticas, desde la respiración hasta el funcionamiento de los intestinos. Por ello hay innumerables cuadros ligados al estrés, por ejemplo, la gastritis, las úlceras, trastornos intestinales como la diarrea o, por el contrario, la constipación o el colon irritable, por nombrar algunos de ellos. Otras reacciones comunes aparecen a nivel dermatológico como la psoriasis, el vitíligo o la calvicie.
Para equilibrar dichas alteraciones —producto de someterse a periodos estresantes largos y continuos y evitar con esto la fatiga, misma que produce un estado alterado del equilibrio fisiológico del individuo y que disminuye la capacidad de rendimiento y de la memoria—, son necesarios los periodos vacacionales para restablecer el organismo. Por tanto es de vital importancia que en las vacaciones se realicen actividades que generen satisfacción, ya que incluso el simple recuerdo de los momentos agradables produce placer y es una fuente de energía para el resto del año. Diversos estudios han encontrado que para desligarnos por completo de la rutina de nuestras obligaciones se necesita un mínimo de tres semanas, periodo durante el cual logramos cambiar nuestros horarios, alejarnos de las presiones y reacomodarnos en nuestro nuevo entorno. Si bien cada persona utiliza las vacaciones de manera muy personal y diferente, el objetivo más común es descansar y relajarse placenteramente.
El denominador común indica que las personas ocupan el tiempo de vacaciones para realizar actividades recreativas, ya sea fuera de los lugares donde viven o dentro de la misma ciudad de residencia o el hogar. La costumbre de realizar viajes a otras ciudades viene desde los tiempos del Imperio Romano, cuando el emperador Adriano hizo construir caminos para conectar a Roma con la actual España y con la región del río Danubio, con el fin de unir comercialmente su vasto imperio. Después, las familias patricias y los altos funcionarios aprovecharon la ocasión para disfrutar del ocio en otras latitudes, con lo que nació el concepto de las vacaciones indisolublemente ligado al de los viajes. Pero amén de los placeres que nos proporciona el tiempo de recreación, las vacaciones son indudablemente necesarias para el ser humano.
Algunos estudios han señalado que la rutina "atrofia" el cerebro porque limita nuestros pensamientos, debido a que durante las actividades repetitivas sólo ponemos en funcionamiento una muy pequeña parte del cerebro y lo único que esto genera es un "adormecimiento" por algo que ya se tiene demasiado asimilado. Cuando el cerebro no se utiliza plenamente, como en el caso de las tareas monótonas o repetitivas, los pensamientos comienzan a vagar automáticamente e ingresa en un "modo de sueño diurno", a diferencia de la activación neuronal que se produce cuando se realizan actividades diferentes de las cotidianas.

La activación neuronal contribuye a mantener el cerebro saludable y a prevenir potencialmente o a reducir la disminución cognitiva que aparece con los años. En los largos periodos de trabajo tendemos a restringir nuestras actividades a las situaciones que conocemos, porque de alguna manera nos sentimos más cómodos al facilitarlas y así reducimos la estimulación del cerebro, con lo cual limitamos su óptimo funcionamiento.

Es tal la importancia de un descanso cerebral y de salir de la rutina de nuestras actividades, que actualmente hay diversas asociaciones encaminadas a crear proyectos de "gimnasia cerebral", cuyo objetivo es ejercitar las neuronas para evitar entrar en actividades rutinarias. Esto se basa en los hallazgos que indican que es posible generar nuevas conexiones neuronales incluso en etapas avanzadas de la vida, cuando el cerebro se involucra en actividades novedosas que implican la utilización de nuevas rutas neuronales, diferentes de las que por lo común se emplean en el vivir diario. Por ello se propone enfrentar constantemente el cerebro a situaciones de cambio que le impliquen un desafío al activar y movilizar los recursos que normalmente no se utilizan.

Por lo anterior, las vacaciones y su buen aprovechamiento son indispensables para mantener la agudeza mental así como el adecuado estado físico y emocional del ser humano.


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La disfunción eréctil es uno de los problemas más comunes y angustiantes que afectan a la población adulta. Es, además, un padecimiento que va en aumento en todo el mundo. Estudios epidemiológicos muestran que aproximadamente la mitad de los hombres de más de 40 años edad sufre de disfunción eréctil, y de acuerdo con ciertas proyecciones estadísticas, en el año 2025 habrá más de 300 000 000 de hombres en el mundo con disfunción eréctil.
Antes de 1973 las opciones terapéuticas para tratar la disfunción eréctil se limitaban a la psicoterapia y a las inyecciones intramusculares de testosterona, pero desde entonces, con el surgimiento de nuevas alternativas, ha mejorado notablemente su manejo.



Epidemiología
La disfunción eréctil, definida como la incapacidad persistente de obtener y/o mantener una erección suficiente para llevar a cabo una relación sexual satisfactoria, es una condición común entre hombres de todo el mundo. En 2005, más de 25 000 000 de hombres de entre 40 y 70 años padecían esta condición en Estados Unidos; en América Latina se calcula que entre 40 y 46% de la población en ese rango de edad presenta algún tipo de disfunción eréctil. Específicamente, en 2001 un estudio mostró que en México 55% de la muestra de 1 200 hombres de entre 40 y 70 años de edad, y 9.7% de los hombres de entre 18 y 39, padecían algún grado de disfunción eréctil.

En América Latina se calcula que entre 40 y 46% de la población de entre 40 y 70 años de edad presenta algún tipo de disfunción eréctil.

Factores de riesgo
Hay una serie de factores asociados a la disfunción eréctil; los más comunes son diabetes mellitus, hipogonadismo, hipertensión arterial sistémica, enfermedad vascular periférica, hipercolesterolemia, el uso de ciertas drogas, enfermedades neurológicas, enfermedad de Peyronie, alcoholismo, tabaquismo, depresión e insuficiencia renal, entre otras.

Diabetes mellitus
En estos pacientes las causas vasculares de disfunción eréctil se pueden prevenir con la reducción o eliminación de los factores de riesgo, como tabaquismo, hipertensión, obesidad, hipercolesterolemia y sedentarismo; la prevalencia en estos pacientes aumenta con la edad, pero no existe una correlación estadística entre la duración de la diabetes y la disfunción eréctil

Hipercolesterolemia
En un estudio que se realizó con 3250 hombres se demostró que cuando se rebasan los 60 mg/dl de HDL hay una probabilidad de 30% de padecer disfunción eréctil, y que aumenta a 80% cuando el HDL es menor de 30 mg/dl, lo que demuestra la importancia de los niveles de colesterol de alta densidad en la fisiopatología de la enfermedad.

Hipertensión
La hipertensión arterial sistémica lleva a un deterioro de la función eréctil en casi todos los pacientes, que se agrava con la asociación de factores como la diabetes y el tabaquismo; asimismo, las drogas antihipertensi-vas disminuyen en forma importante la respuesta a las drogas vasoactivas, útiles en el tratamiento de la disfunción eréctil.

Tabaquismo
El tabaquismo es un factor de riesgo para el desarrollo de arteriosclerosis en las arterias pudendas y penianas, comunes en pacientes jóvenes con disfunción eréctil. Los fumadores "fuertes" o que fuman mucho presentan más arteriosclerosis con alteraciones hemodinámi-cas que los fumadores ligeros. El daño arterial se da por aceleración de la esclerosis de la túnica íntima y por las alteraciones en los niveles de colesterol asociados al tabaquismo.

Disturbios hormonales
Las alteraciones del eje hipotálamo-hipófisis-gonadal pueden estar relacionadas con la disfunción eréctil. A los 70 años los niveles de testosterona están 30% abajo del límite inferior en pacientes más jóvenes. Con el aumento de la edad hay también una reducción en la producción de prolactina.
Insuficiencia renal crónica
La insuficiencia renal crónica está asociada a la pérdida de la libido y a la disfunción eréctil. Estas alteraciones ocurren por la disminución de los niveles de testosterona, diabetes mellitus, alteraciones vasculares, medicamentos y neuropatías.

Diagnóstico
En cualquier enfermedad el proceso de diagnóstico debe ser suficientemente detallado para encontrar la etiología correcta y determinar el tratamiento más adecuado. En el caso de la disfunción eréctil muchas veces no se consigue establecer la etiología exacta o un diagnóstico preciso, o si se consigue, la causa no es reversible; por ejemplo, no es posible revertir una neuropatía diabética.

Para establecer el diagnóstico pueden seguirse varias técnicas, como la arteriografía y la medición de la presión de la oclusión de la arteria cavernosa, con cierta utilidad en casos selectos. Sin embargo, con la aparición de los medicamentos orales efectivos, muchos pacientes no quieren evaluación, sino sólo recibir la prescripción del tratamiento. De esta manera el proceso diagnóstico, •que en otros tiempos fue bastante invasivo, ahora puede ser adaptado a cada individuo.


Tratamiento
El médico debe informar al paciente sobre las opciones terapéuticas, detallando las ventajas y desventajas de cada una. Debe aclarar si la opción que ofrece es curativa o paliativa; la primera busca restaurar definitivamente la erección de los pacientes e incluye la corrección o suspensión de los factores causales. Las terapéuticas paliativas dan una erección adecuada únicamente en el momento de la relación sexual, así que debe ser utilizada cada vez que el paciente tenga un encuentro de esta naturaleza.

Después de muchos años de aplicar tratamientos invasivos, la comunidad médica dispone ahora de compuestos que, aunque no son perfectos, están mucho más cerca del tratamiento ideal de lo que alguien podía imaginar hace apenas una década.
Como ya mencionamos, antes de 1973 las opciones terapéuticas para la disfunción eréctil eran limitadas, pero a mediados de esa década el desarrollo de prótesis penianas efectivas hizo que aumentara el número de pacientes que buscaban esta alternativa. En 1982 el descubrimiento accidental de que la inyección intracavernosa de papaverina provocaba la erección creó otra opción terapéutica importante: la autoinyección intracavernosa de fármacos vasoactivos.

Pequeños avances ocurrieron al final de los años ochenta con el uso de aparatos de vacío, y a mediados de los noventa, con la aprobación de la terapia intrau-retral de alpostadil. Pero el cambio más acentuado en la historia de la medicina sexual ocurrió en 1998, cuando fue aprobado el sildenafil, la primera medicación oral realmente efectiva contra la disfunción eréctil.

Hoy en día existe un grupo de fármacos que comparten el mecanismo de acción, es decir, la inhibición de las fosfodiesterasas, tales como el tadalafil, el var-denafil y el mismo sildenafil, fármacos que provocan la vasodilatación en los cuerpos cavernosos, lo que se traduce en una erección.

Sin embargo, hay un porcentaje de pacientes que no responden a estas opciones de tratamiento, ya sea por la gravedad del daño vascular, o bien, por la enfermedad causal del padecimiento; en esos casos habrá que considerar el uso de bombas de vacío o las prótesis, de las cuales hay semirrígidas, maleables e inflables.


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La incontinencia urinaria, que se define como la pérdida involuntaria de orina, es un trastorno que se presenta en el ser humano desde que éste adoptó la posición erecta, ya que al estar de pie, la fuerza de gravedad hace que el contenido abdominal ejerza presión sobre el área de la pelvis, donde se encuentra la vejiga. Por extraño que parezca, éste es uno de los factores primordiales que causan el trastorno.

Este padecimiento afecta particularmente a las mujeres, y en el grupo de edad de más de 65 años su prevalencia es de entre 30 y 74%. En Estados Unidos, aproximadamente 10000000 de personas de la población blanca padecen incontinencia urinaria. Al extrapolarla a la población de hispanos, la cifra puede ser mucho mayor debido a que este grupo racial suele tener más hijos (multiparidad).

El aumento en la edad de la población, sus hábitos y sus actividades sociales han repercutido negativamente, sobre todo en las mujeres. Por ejemplo, acuden con regularidad a lugares públicos que no siempre cuentan con servicios sanitarios, como iglesias y parques, lo que las obliga a procurar retener la orina por tiempos prolongados, en perjuicio del funcionamiento vesical.


La incontinencia urinaria no necesariamente debe considerarse una enfermedad, pues aunque en algunos casos se deriva de infecciones, lesiones de los tejidos o mal funcionamiento del sistema urinario, en otros casos se debe a la pérdida de resistencia de los músculos responsables de la continencia —por causas relacionadas con el envejecimiento— o a la pérdida de la capacidad de la vejiga para distenderse adecuadamente y contener una mayor cantidad de orina. Por ello resulta de suma importancia no sólo el diagnóstico médico de las causas de la incontinencia, sino también del estado físico y sus repercusiones en la actividad social del paciente, ya que, por ejemplo, para una mujer de 70 años dedicada a las labores del hogar, con mínima actividad social y con limitada actividad física, la pérdida de orina puede ser sólo una incomodidad, por lo que no estaría dispuesta a someterse a una cirugía; sin embargo, para una mujer con gran actividad social y laboral sería una verdadera tragedia correr constantemente el riesgo de mojarse con orina, y ella aceptaría con facilidad un tratamiento quirúrgico.

El origen del problema
Las causas de la incontinencia son varias. En lo hombres esta patología con frecuencia se debe lesiones posquirúrgicas o a enfermedad de 1 próstata. Otra razón pueden ser las infecciones urinarias crónicas que se presentan enfermedades asociadas —como la diabetes mal atendida—, las cuales favorecen u irritación vesical permanente que produce contracciones no controladas de la vejiga, y e se traduce en la imposibilidad de controlar el a de la micción. No obstante, en la mujer las causas r comunes son la multiparidad, la pérdida de tono los músculos perineales, las cirugías ginecológicas disminución del nivel hormonal.

Diagnóstico
Para diagnosticar la incontinencia urinaria se hace evaluación urológica completa, que incluye radiografías tales como la urografía excretora, que mués sistema urinario en su totalidad y es útil para descartar enfermedades urinarias no detectadas previa —como cálculos o tumores—. Los cistogramas o un panorama específico de la vejiga con datos d valor, como la capacidad vesical, la ausencia flujo, la relación de la vejiga con la uretra como responsable directa de la continencia, y la r con los órganos pélvicos. Además de las radiografías deben practicarse exámenes de laboratorio ( para encontrar posibles enfermedades gen das, como la diabetes, que repercute en infecciones urinarias y neuropatías que afectan la función vesical. Asimismo, mediante la exploración ginecológica se pueden detectar trastornos de la estática pélvica involucra a los órganos que le dan soporte a como el útero y los ligamentos.
De ser necesario, todo esto se puede complementar con una endoscopia para observar enfermedades vesicales específicas, como la pérdida del ángulo uretral vesical, las malformaciones congénitas —como ureteroceles o implantaciones anómalas de los ureteros— y otras enfermedades vesicales, como divertículos e incluso tumores.

Además, las nuevas tecnologías permiten evaluar todo el proceso que se lleva a cabo durante el vaciamiento vesical en tiempo real, lo cual se logra con estudios como la cistovideografía, mientras que la urodinamia permite estudiar el flujo de la orina a través del sistema urinario y la adecuada contractilidad de los músculos que ayudan a la conducción de los fluidos urinarios; asimismo, detecta otras anormalidades, como trastornos de la capacidad vesical, continencia, orina residual, obstrucción e incluso pérdida de la sinergia adecuada entre los músculos que impulsan la orina y los esfínteres que la contienen.

El tratamiento
Puede ser médico o quirúrgico, de acuerdo con la causa de la incontinencia. El tratamiento médico incluye medicamentos para retardar y regular el vaciamiento vesical, reforzar la contracción de la vejiga en casos de atonía de este músculo y mantener la orina libre de infecciones a fin de reducir la irritación del sistema y mejorar su funcionamiento, además de combatir la inflamación para conservar la integridad de mucosas y tejidos urinarios y disminuir el dolor y la sintomatología irritativa.

Otra opción la constituyen los ejercicios perineales para fortalecer el tono muscular del área genital; éstos ayudan en forma significativa al alivio del problema e involucran al paciente en forma activa en la mejoría de sus molestias.
También se pueden utilizar materiales absorbentes, cuyo diseño y tecnología han mejorado en forma considerable, de manera que ahora son muy cómodos y lo suficientemente discretos para que el paciente lleve una ida prácticamente normal.

Cirugía de una vez por todas
Y desde luego, está el tratamiento quirúrgico. Múltiples tratamientos quirúrgicos se han utilizado a lo largo de la historia para el manejo de la incontinencia, los cuales, a grandes rasgos, pueden dividirse en abordajes abdominales y abordajes vaginales, o una combinación de ambos. La gran cantidad de técnicas quirúrgicas que se desarrollaron para tratar este mal nos da idea de lo poco efectivas que eran; para colmo, sus pobres resultados incluso disminuían con el tiempo.

Al paso de los años se fueron perfeccionando, pero su efectividad verdaderamente mejoró con el advenimiento de la urodinamia y los estudios de imagen, que permiten hacer un diagnóstico muy preciso del problema que es necesario corregir y la mejor forma de realizarlo. Actualmente, la cirugía se basa en la aplicación de mallas que suspenden la uretra y la vejiga, imitando el soporte que le daban los músculos que perdieron su tono. Éstas se aplican con métodos de mínima invasión, que han disminuido considerablemente los riesgos, el tiempo quirúrgico y la estancia hospitalaria, y que asimismo, permiten una rápida recuperación, garantizan resultados excelentes que no disminuyen con el tiempo y tienen costos accesibles para un amplio segmento de la población.

Esta perspectiva del manejo quirúrgico ha logrado que la población geriátrica acepte con facilidad la cirugía, que anteriormente se percibía como de gran riesgo y cuyos resultados eran poco alentadores.

A la hora de seleccionar el tratamiento más adecuado para un paciente en edad geriátrica, es de suma importancia tomar en cuenta la edad, las condiciones generales, las enfermedades concomitantes, la expectativa de vida, la repercusión social, su estilo de vida, el entorno en que vive, la capacidad y disponibilidad de las personas que lo cuidan y la autoestima del enfermo, para ofrecer el máximo beneficio y la mejor calidad de vida con el mínimo riesgo.


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El término "tatuaje" deriva de tattau, una palabra proveniente de Tahití que significa "marcar" y que ha servido para designar aquellas imágenes plasmadas en la piel mediante la utilización de pigmentos especiales, ya sean temporales, como la henna, o permanentes, que se introducen bajo la epidermis con agujas u otros instrumentos.
Según el autor John Rush, se han encontrado agujas de hueso con residuos de carbón y de ocre rojo que datan del Paleolítico tardío, por lo que se cree que las prácticas de adornar el cuerpo datan por lo menos de hace 200 000 años.
Casi todos conocemos el método actual para realizar tatuajes, pero existe una gran variedad de técnicas que han sido desarrolladas en diversos grupos culturales. Por ejemplo, algunas tribus indígenas americanas acostumbran pinchar la piel sin agregar color, es decir, el tatuaje lo constituye la cicatriz misma de ese pinchazo. En otras regiones se agrega color, y en unas más, como entre las tribus del Ártico, se pasa un hilo con pigmento por debajo de la piel.


El significado psicológico y social de los tatuajes es muy profundo, ya que, como dice el doctor Enid Schildkrout —quien presentó su exposición Body Art: Mar\s of Identity "Arte corporal: marcas de identidad" en el año 2000, en el Museo Americano de Historia Natural—, el arte corporal "no sólo le da significado a la edad y al género, sino que le rinde honor a la belleza, a la valentía y a la adquisición de conocimientos". En esa muestra podían verse diversos objetos de Egipto, Grecia, Perú, Ecuador, México y Costa Rica, que ya en el año 3000 a.C. servían para realizar tatuajes.

En Estados Unidos la costumbre de tatuarse se popularizó a partir de la Segunda Guerra Mundial, cuando los marinos se tatuaban calaveras. Luego, los hippies pusieron de moda símbolos de paz, el ying yang y mariposas. Hacia finales de los ochenta, algunos rockeros hicieron aún más populares varios símbolos que los hacían ver "agresivos".

En México se observa cada vez más que los jóvenes adornan su cuerpo con tatuajes permanentes, los cuales consisten, por lo general, en el nombre de su pareja, corazones e imágenes religiosas, como la de la Virgen de Guadalupe, el rostro de Jesucristo, figuras de ángeles, etcétera. Muchas mujeres usan tatuajes a modo de maquillaje permanente en las cejas y los labios, así como para delinear el contorno de los ojos.

Hay que considerar que hacerse un tatuaje implica tomar una decisión de manera consciente y responsable, ya que se trata de algo permanente, excepto los realizados con henna natural, por lo que, en caso de desear retirarlo, se requiere un costoso procedimiento médico que puede dejar cicatrices.

En el caso de los menores de edad se pide la autorización de los padres para que puedan someterse a este tipo de procedimientos.

Existen diversos métodos para retirar un tatuaje, entre ellos la aplicación de químicos, como el ácido tánico o tricloroacético, y los métodos mecánicos, como la abrasión superficial o profunda, la remoción quirúrgica con o sin colgajos —dependiendo del tamaño de la imagen—, y la aplicación de nitrógeno líquido o crioterapia. También se utilizan la electroci-rugía y diversos tipos de láser.
Cualquiera de estas técnicas debe llevarla a cabo un especialista, ya sea un dermatólogo o un cirujano plástico. Nunca se debe intentar remover un tatuaje uno mismo, ya que esto conlleva el riesgo de sufrir quemaduras, infecciones y desarrollar cicatrices.

Los piercings
Un piercing o perforación, consiste en la colocación de un pendiente o de una argolla en alguna saliente de la piel, dejando que ésta cicatrice alrededor del objeto incrustado. El piercing más popular en nuestro medio es el que se hace a prácticamente todas las niñas en los lóbulos de las orejas como parte del ritual del nacimiento (se considera extraño que una niña no porte aretes).
Los piercings pueden realizarse en cualquier parte del cuerpo, pero se acostumbran sobre todo en las orejas, las cejas, la lengua, los labios y el ombligo. Algunos menos frecuentes, pero no por ello raros, son aquellos que se ponen en los pezones o incluso en el área genital.

Al igual que los tatuajes, las perforaciones tienen un largo historial en las más diversas culturas. La experta en el tema Anna Greenblatt refiere que la perforación corporal de la época moderna se inició en el ambiente gay sadomasoquista de San Francisco, California, en la década de los setenta. Al principio la práctica estaba prohibida, así que se mantuvo de manera clandestina hasta el inicio de los noventa, cuando coincidió con la exhibición de videos musicales de rock y otros géneros, como el rave, donde se mostraba abiertamente una gran variedad de piercings, por lo que éstos pasaron a ser algo común y muy solicitado por la juventud de entonces.
Ahora bien, hay personas que son rechazadas por llevar estos adornos, ya que se consideran expresión de una personalidad "desenfrenada" o poco conservadora. Los piercings se han tomado como símbolos para expresar individualidad, pero también rebeldía. Algunas empresas llegan a rechazar a los aspirantes que buscan empleo si son portadores de tatuajes o perforaciones corporales, por lo que es sumamente importante tomar esto en cuenta antes de decidir realizarse uno.
Al igual que los tatuajes, el procedimiento de colocar un arete en la ceja, la lengua o los labios debe hacerlo un experto en la materia, ya que algunas personas pueden desarrollar reacciones alérgicas tanto a los pigmentos como a algunos metales. En la colocación de un piercing siempre hay que cerciorarse de que se utilice material desechable, sellado, no reciclado. Nunca se realice un tatuaje o perforación en un puesto callejero o de playa.

Los tintes
La industria de los tintes para el cabello es exitosa en todo el mundo, ya que sólo en Estados Unidos 30% de las mujeres y 10% de los hombres mayores de 40 años los utilizan. En Europa más de 60% de las mujeres y 10% de los hombres los emplean en promedio seis u ocho veces al año.

La aplicación de un tinte puede hacerse en casa o bien, en una estética por un precio módico, pero no es una práctica que esté totalmente libre de riesgos. El efecto secundario más frecuente es la llamada dermatitis por contacto, que consiste en la inflamación y enrojecimiento de la piel cabelluda por el uso del amoniaco y el peróxido que contienen los tintes.
En casos extremos puede ocurrir una reacción más generalizada, que puede ir desde la aparición de ronchas en la cabeza y el tronco hasta reacciones anafilácticas, es decir, que implican inflamación de las vías respiratorias y que ponen en riesgo la vida de la persona.

En 2006 se prohibieron en Europa 22 sustancias contenidas en los tintes para el cabello, ya que se creía que estaban relacionadas con la aparición de diversos tipos de cáncer. Posteriormente, la industria cosmética presentó al Comité Científico de la Comunidad Europea 115 documentos sobre la seguridad de las sustancias que se emplean en los tintes para el cabello. Además, se hizo un extenso análisis de la literatura sobre el tema y se concluyó que no había evidencia convincente de que el uso personal de tintes para el cabello y un incremento en el riesgo de desarrollar cáncer estuvieran vinculados; sin embargo, para los usuarios masculinos se consideró un incremento del riesgo relacionado con leucemia, mieloma múltiple y enfermedad de Hodgkin y no Hodgkin.

Parece recomendable no usar tintes para el cabello con demasiada frecuencia, pero si usted se va a aplicar alguno prefiera los tintes semipermanentes y los tonos claros, y asegúrese de usar guantes.

Durante mi práctica como dermatóloga he cocido casos de pacientes que han vivido experiencias desagradables e incluso riesgosas a causa de la aplicación de piercings y tatuajes. El primer caso que quiero compartir es el de una joven de 13 años que acudió a un centro donde se realizan estos procedimientos tan populares. Ella quiso imitar a su hermana mayor, quien meses antes se colocó un arete en el ombligo. Quizá las condiciones higiénicas del lugar no fueron las adecuadas, y también es posible que no le dieran las indicaciones correctas de lo que debía hacer después, pero a los tres días se presentó enrojecimiento, dolor y un abultamiento (es decir, un absceso) en el sitio de la punción. Por suerte su hermana la llevó al consultorio y ahí recibió tratamiento antibiótico y antiinflamatorio, con buenos resultados.

En otro caso, atendí a una paciente que mostraba un abultamiento en el sitio de la lengua donde se había colocado un arete; esa tumoración, llamada granuloma, era muy molesta para comer y había que destruirla con técnicas quirúrgicas. La chica sufrió mucho dolor y pasó largo tiempo en recuperación.
Respecto a la aplicación de tatuajes, incluso los temporales pueden tener consecuencias desagradables. He conocido casos de pacientes que durante unas vacaciones se aplicaron tatuajes de henna que luego les provocaron fuertes reacciones de hipersensibilidad, es decir, una dermatitis por contacto. Esto se manifiesta con enrojecimiento y comezón intensa, así como por la formación de ampollas, en los casos más graves.

En ocasiones, al realizarse tatuajes convencionales sobrevienen algunas complicaciones, como infección local con salida de material purulento, fiebre y dolor; al consultorio han acudido jóvenes que se aplican tatuajes entre sí, compartiendo las agujas, lo cual es sumamente peligroso, ya que no sólo pueden sufrir infecciones locales sino además contraer hepatitis o incluso el VIH.
Siempre hay que recordar que un tatuaje aplicado con aguja o con máquina suele ser permanente, que su remoción es costosa y no siempre cosméticamente agradable, como le sucedió a una ama de casa que, sin que su esposo lo supiera, se realizó un tatuaje permanente con la figura de un conejito de Playboy, lo cual provocó un gran enojo en su pareja, quien le pidió que se lo quitara. El procedimiento fue doloroso y costoso y dejó una cicatriz permanente en el sitio afectado.

Éstas son algunas experiencias desagradables que suceden en la vida real y que debemos tomar en cuenta cuando decidamos acudir a un lugar especializado para la realización de estos procedimientos.


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Con el incremento de la esperanza de vida, la reducción de la mortalidad global y, muy especialmente, la disminución de la mortalidad infantil, el panorama mundial en materia de salud ha cambiado radicalmente en este siglo. Sin embargo, como algo inherente a la tecnificación y el desarrollo, los accidentes son hoy una de las primeras causas de muerte en amplios grupos poblacionales, sobre todo en la infancia, la adolescencia y la juventud.

Se trata de un problema global, por lo que hoy en día la prevención se ha convertido en el pilar fundamental de los programas de salud pública de la mayoría de los países. Por ello la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que "la mejor vacuna contra los accidentes es la educación". Ante este panorama, tomamos los primeros dos de los cinco puntos prioritarios que la Academia Americana de Pediatría propone para la seguridad y bienestar de los niños: adultos responsables y lugares seguros.

En México la primera causa de defunción de niños de uno a 14 años son los accidentes, 90% de los cuales se podrían evitar. La mayoría de los accidentes que afectan a los niños menores de un año —que son el objeto del presente trabajo— ocurren en el hogar, y generalmente hay un adulto responsable. Nuestro objetivo es contribuir a la prevención primaria, dirigida a preservar la seguridad de los niños de esa edad por medio de recomendaciones sencillas y de muy bajo costo, que pueden reducir hasta en 50% los accidentes.


Qué es un accidente
Se entiende por accidente toda aquella lesión no intencional que origina daño corporal o mental y que ocurre en forma brusca e imprevista. Se distinguen tres elementos básicos:
• Un sujeto susceptible
• Un ambiente físico y humano favorable
• Agentes que lo provocan

Por ser dependiente y muy susceptible, un niño de menos de un año reúne estas tres características, y el hogar se puede convertir en un lugar inseguro donde existen los elementos o circunstancias que podrían infligir daño si no se cuida adecuadamente. Claro que en este caso la edad es la variable más importante, porque las amenazas a la integridad física y mental del bebé son distintas a lo largo del desarrollo psicomotor. Dado que no es capaz de protegerse a sí mismo, de percibir el peligro ni de desplazarse solo más allá de su hogar, resulta obvio que detrás de cada accidente infantil hay un adulto responsable, ya sean los padres o los cuidadores. Las principales causas de accidentes se relacionan con el síndrome de muerte súbita del lactante, descensos o ascensos de la temperatura, sofocación y asfixia por la forma de dormir, cama compartida, exposición al humo del tabaco, caídas, quemaduras e intoxicaciones, accidentes en automóvil, y ahogamientos, atragantamientos y heridas en el caso de los niños entre los 9 y los 12 meses, que por su desarrollo psicomotor ya pueden desplazarse y alcanzar objetos potencialmente peligrosos. Todos ellos, excepto los accidentes de tránsito, tienen en la mayoría de los casos el hogar como escenario.

El síndrome de muerte súbita del lactante
Se define como la muerte repentina de un niño menor de un año, aparentemente sano, que ocurre durante el sueño. Como resultado de los estudios de autopsia, de la investigación de la escena del fallecimiento y del análisis de la historia clínica, se considera como un proceso multifactorial que durante el sueño trastorna la respiración (apnea o pausa en la respiración), el control cardiovascular y disminuye los reflejos protectores de la vía aérea (tos, estornudos), lo que ocasiona que el bebé sea incapaz de despertar en situación de peligro. En Latinoamérica la tasa de fallecimientos por este motivo es de 0.4 a 0.8 por cada 1 000 nacidos vivos, 80% de los cuales ocurre durante los primeros seis meses. Y aunque no se conoce la verdadera causa, existen factores que incrementan el riesgo. Cabe mencionar que los hijos de madres adolescentes, de fumadoras activas, de quienes consumieron drogas durante el embarazo, así como los recién nacidos prematuros o los que incluso siendo de término nacen con bajo peso, tienen mayor riesgo de sufrir esta situación.

Acciones para reducir la incidencia de muerte súbita del lactante
• Evitar el abrigo excesivo. Evitar el abrigo excesivo. Especialmente los recién nacidos, pero también durante los primeros tres meses de vida, los bebé; son muy lábiles a los cambios de temperatura por la inmadurez de
su centro termorregulador, lo que explica su facilidad para perder calor si hace frío, así como una mayor dificultad para refrescarse cuando hace calor. Por lo tanto, dependen de quienes los cuidan para mantener su temperatura en los parámetros norma les. Una habitación que se encuentre entre los 18 y lo 22° C es adecuada en la mayoría de los casos; adema hay que dejarles la cara y la cabeza descubiertas por que tienen un papel muy importante en el control d la temperatura. Para cubrirlos use sábanas o manta delgadas, pues los edredones favorecen el exceso d calor y dificultan la ventilación. Tanto la hipotermia como la hipertermia interfieren en la función respi ratoria y pueden conducir a una muerte súbita.
• Evitar compartir la cama. El bebé debe dormir solo en su propia cuna. Compartir cama con otros niños mayores o adultos representa riesgos de sofoca miento, aplastamiento y asfixia durante el sueñe que pueden provocar la muerte inmediata del niño
• Hay que acostarlo boca arriba. Desde diciembre de 1996 la Academia Americana de Pediatría emiti esta recomendación para todos los niños menores c un año, especialmente para los recién nacidos, con fin de prevenir la muerte súbita por asfixia, tapar: la vía respiratoria con el colchón, la sábana, la almohada, o que se asfixien con sus propias secreciones alimento en caso de regurgitación.
• Evitar la exposición al humo de tabaco. El lactante menor —y específicamente el recién nacido— que se expone a la nicotina presenta una menor saturación de oxígeno, con alteraciones en el aparato respiratorio (apnea) y reducción de los reflejos protectores de la vía aérea (tos, estornudos), con el consiguiente riesgo de sufrir muerte súbita.
• Acostarlo en una superficie firme. Es importante que el colchón tenga una superficie firme q ensamble perfectamente en la cuna y cubra el fondo sin dejar huecos a los costados donde quepa el niño,
su cabeza o alguno de sus miembros. Se debe cubrir con sábanas o mantas, dejando libres la cabeza y ambos brazos; estos deben quedar por encima de la sábana, y los pies apoyados en la cuna. Estas dos últimas acciones disminuyen la posibilidad de que el niño se deslice por debajo de las sábanas, éstas le cubran el rostro y debido a ello pueda sufrir asfixia por sofoca miento.
• Alimentación al seno materno. En la literatura mundial hay un número importante de trabajos de investigación sobre el papel de la alimentación al seno materno para prevenir el síndrome de muerte súbita del lactante, y aun cuando la Academia Americana de Pediatría considera insuficientes las evidencias para pronunciarse decididamente en favor de este concepto, se acepta en lo general como la manera natural y adecuada de alimentar a un niño durante sus primeros seis meses de vida.

Los trabajos demostraron un efecto protector contra este síndrome cuando se da el pecho de manera exclusiva durante más de seis semanas a los hijos de madres no fumadoras. Sin embargo, en los niños que fueron expuestos a la nicotina, el efecto protector se volvió no significativo.

La nicotina es soluble en el agua y en los lípidos, y su concentración es mayor en la leche humana que en el plasma debido al pH. En las madres fumadoras, la concentración de nicotina en la leche es 2.9 veces mayor que en el plasma, por lo que los lactantes hijos de madres fumadoras tienen niveles de excreción urinaria de nicotina mayores que los fumadores pasivos adultos, y niveles similares a los de los fumadores activos.

Deben destacarse dos situaciones que explican, en parte, la menor incidencia del síndrome de muerte súbita en los lactantes alimentados con pecho de madres no fumadoras:
En primer lugar, la muerte ocurre durante el sueño del lactante, principalmente durante la noche, por una apnea o pausa en la respiración que puede revertirse si se percibe en el momento y se estimula al niño. Como las madres que amamantan a sus hijos permanecen más tiempo en contacto con ellos a esa hora, intercambiando estímulos sensoriales -(sonidos, contacto de piel a piel, movimientos, etcétera), el patrón de sueño del lactante se modifica y se incrementa el número de veces que se despierta. La presencia materna aumenta la vigilancia y con ello la posibilidad de intervenir a tiempo ante cualquier problema que amenace la vida del bebé.
En segundo lugar, al estudiar los casos de niños que presentaron el síndrome de muerte súbita se descubrió mayor evidencia de infección respiratoria o gastrointestinal previa en aquellos que no habían sido alimentados al seno materno. Así, resulta indiscutible el papel protector de la leche materna que, entre otras propiedades, tiene componentes antiinfecciosos (anticuerpos bacterianos variables, IgA secretora, macrófagos, lacto-ferrina, etcétera) que incrementan la capacidad de respuesta inmunológica de estos niños, cosa que no ocurre con otro tipo de leche.

Las caídas
A medida que los bebés van adquiriendo mayor agilidad es fácil que sufran varios tipos de accidentes, sobre todo a partir de los seis meses. Aunque las caídas provocan todo tipo de lesiones, los traumatismos de cráneo son las más frecuentes.

• En los pequeños de menos de un año, las caídas generalmente ocurren cuando una persona no idónea los toma en brazos, como otro niño o personas de edad avanzada.
• La primera vez que se dan vuelta solos, los niños suelen caerse, porque la mayoría de las mamas se encuentran desprevenidas.
• A menudo se caen porque se quedan solos en camas grandes mientras la persona encargada busca la ropa o el pañal para cambiarlos.

Para prevenir traumatismos en la cabeza, conviene seguir las siguientes recomendaciones:
• La cuna debe reunir las especificaciones estructurales reglamentarias: barrotes que tengan una separación de menos de 8 cm, por lo general de entre 6 y 7.5 cm, y a partir del soporte inferior la altura de la barandilla no debe ser inferior a los 60 cm.
• Dentro de la cuna no debe haber muñecos grandes, almohadas grandes, etcétera, sobre los cuales se pueda subir, rebasar la altura de protección de la cuna y caerse.
• No utilizar andador si hay alfombra, tapetes o desniveles en el piso, puertas abiertas o escaleras por donde se pueda caer.
• No colocar el porta bebé con el niño en superficies irregulares o inseguras, como las camas.
• El porta bebé con el niño se debe colocar en el piso, y no sobre mesas, burós, etcétera.
• El área donde el pequeño empieza a caminar debe estar libre de juguetes y otros objetos.

Asfixias, atragantamientos y ahogamientos
Día a día los niños van desarrollando nuevas habilidades y con ello aparecen nuevas amenazas para su integridad. Esto es fácil de observar desde los seis meses de edad.

• Junto con la curiosidad propia de su desarrollo, surge el riesgo de que se introduzcan cuerpos extraños en la boca, que pueden emigrar a las vías respiratorias con consecuencias muchas veces fatales; por lo tanto, no deben tener acceso a objetos pequeños, alimentos como semillas, cacahuates, granos de maíz, frijol, etcétera.
• No ponerles cadenas, cintas q collares alrededor del cuello, ni anillos o pulseras.
• Impedir que jueguen con bolsas de plástico o globos, porque si se los llevan a la boca pueden asfixiarse con ellos.
• Si sorprende al niño con un objeto pequeño en la boca, evite provocarle llanto antes de retirárselo; de lo contrario puede propiciar que ingrese a la vía aérea.
• No le introduzca alimentos en la boca cuando esté llorando, riendo, caminando o durmiendo, para evitar sofoca miento accidental.
• El bebé debe dormir sin almohada y con los pies apoyados en el fondo del moisés para que no se deslice debajo de las sábanas y se sofoque.
• El ambiente donde el niño se encuentra debe estar libre de humo, ya que éste puede provocar sofocación e incrementar además la incidencia del síndrome de muerte súbita. El bebé no debe dormir con muñecos grandes que puedan aplastarlo o sofocarlo. Por el riesgo de asfixia o ahogamiento al ser desplazado, atrapado en medio o sofocado por un niño mayor o un adulto, el bebé no debe compartir cama.

Prevención de heridas
No permita que el niño juegue con tijeras, cuchillos u otros instrumentos punzocortantes. Aleje todos los aparatos de metal o plástico que tengan bordes cortantes o astillados. Fíjese en la edad recomendada por el fabricante para cada juguete.

No debe tener acceso a objetos de vidrio que se puedan romper. Si ve al bebé sosteniendo algún objeto de vidrio, no le grite: si se asusta lo soltará y se incrementará el riesgo de que se lastime si el objeto se rompe o lo golpea. Es necesario proteger las esquinas de las mesas, especialmente las que son de cristal, que suelen estar a la altura de la cabeza del niño que empieza a caminar.
Hay que colocar las plantas punzantes (con espinas, como rosales y cactos) en lugares visibles y fuera de su alcance.

Quemaduras
Como causa de muerte en menores de un año las quemaduras representan el tercero o cuarto lugar, y los peligros están directamente relacionados con su entorno y su desarrollo psicomotor.

El mecanismo de la quemadura es diverso, por lo que se puede hablar de quemaduras de la mucosa oral por la administración de leche caliente con biberón, escaldaduras por el agua caliente de la bañera, etcétera; está también el caso del niño que ya se desplaza gateando o se para apoyándose en los muebles y se vuelca algún líquido caliente, generalmente alimentos, al tratar de sostenerse del mantel donde se encuentran los recipientes que los contienen.

También están las quemaduras provocadas por agarrar objetos calientes, como planchas, radiadores, braseros y otros. Las quemaduras eléctricas se producen al morder cables que conducen electricidad o al introducir objetos metálicos en los contactos.
Las quemaduras provocadas por químicos que se utilizan en la limpieza, como la sosa cáustica y el ácido muriático, merecen especial atención por los estragos que causan en la cavidad oral, y sobre todo en el esófago, con secuelas que afectan gravemente la calidad de vida del niño.

Recomendaciones:
• Vigilar la temperatura del biberón antes de alimentar al niño, especialmente si fue calentado en horno de microondas, y agitarlo para que la temperatura sea homogénea.
• Verificar la temperatura de la bañera antes de meter al niño.
• Impedir que el niño tenga acceso a radiadores, chimeneas y braseros.
• No dejar la plancha caliente al alcance del bebé.
• Poner tapones en enchufes y contactos eléctricos.
• Retirar los cables que conducen electricidad de las áreas donde el pequeño se sienta o gatea.
• Guardar todo tipo de sustancias corrosivas fuera del alcance de los niños.
• No pasar tazas, platos, ollas calientes por encima o cerca de un niño porque el contenido se puede derramar y quemarlo.
• Los calentadores y otros aparatos deben ser instalados por personal calificado y quedar fuera del alcance del bebé.
Accidentes de automóvil

Los accidentes automovilísticos constituyen una importante causa de mortalidad, y son la primera causa de muerte de niños de entre cinco y 14 años, mientras que para los menores de un año el riesgo es más bajo: 4.4 por cada 100 000. El 99% de los bebés que nacen en hospitales es trasladado en automóvil a su domicilio, pero por lo general de manera inadecuada, en brazos de un adulto que se sienta en el asiento del copiloto o en alguno de los extremos del asiento trasero. Estos actos inseguros exponen al bebé a morir en caso de un choque de frente, ya sea por el impacto mismo, por sofocación con las bolsas de aire del automóvil o en los laterales por una colisión de costado. Se recomienda poner a los lactantes en una silla o portabebé para automóvil en el centro del asiento trasero, con el niño mirando hacia atrás, y sujetar correctamente tanto al pequeño como el porta bebé, de acuerdo con las especificaciones del fabricante del asiento. Su uso correcto tiene una efectividad de 71% en la prevención de muertes por accidente automovilístico.

Además se recomienda limitar los viajes en automóvil durante los primeros 28 días de vida de los recién nacidos, sean prematuros o a término, ya que se ha observado que a partir de los 60 minutos de estar sujetos a la silla sufren descensos hasta de 60% de la saturación de oxígeno, lo que puede propiciar la aparición de apnea (pausa prolongada en la respiración). Ante esta situación se recomienda que el viaje no supere los 90 minutos, o bien, parar cada 90 minutos, desatar al bebé y cargarlo unos diez minutos antes de reanudar la marcha.

Intoxicaciones
Aunque en los lactantes las intoxicaciones son poco frecuentes por su limitada capacidad de desplazamiento, se han observado casos de ingestión de medicamentos o sustancias tóxicas, como productos de limpieza o plaguicidas que encontraron a su alcance, situación que se debe al descuido de los padres o los cuidadores. Las manifestaciones clínicas dependerán del fármaco o tóxico ingerido, lo cual determina asimismo el tratamiento que se debe seguir.

Las medidas de prevención consisten en no dejar medicamentos y sustancias tóxicas a su alcance. Por regla general deben guardarse en sitios a los que los niños no tengan acceso. Es práctica común dejar los productos de limpieza debajo de fregaderos o lavabos, en envases con formas o colores llamativos, o lo que resulta peor, en envases que el niño identifica como alimentos. Esto último suele ocurrir cuando se hacen compras a granel y se emplean recipientes inadecuados. La industria está adoptando medidas preventivas, como incluir tapones de seguridad y desaconsejar que se transvasen los productos.

Algunas otras recomendaciones son:
• El botiquín debe colocarse a una altura inaccesible para el niño.
• No se debe dejar medicamentos en mesas, cajones o lugares al alcance del niño.
• Jamás hay que guardar fármacos en los bolsos de mano, o al menos no dejarlos al alcance de los pequeños, ya que suelen vaciar el contenido de éstos y llevárselos a la boca.
• Con respecto a los medicamentos que el propio niño utiliza, además de colocarlos fuera de su alcance se deben usar las tapas correspondientes para sellarlas herméticamente.
• Los calefactores que consumen algún tipo de combustible deben ser instalados por personal calificado y en áreas que tengan ventilación.
• Nunca se debe usar carbón como calefactor en áreas cerradas.


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El neurobiólogo mexicano Jorge Larriva Sahd, del Instituto de Neurobiología de la unam, recibió el premio Neurona de Plata, que otorga el Instituto Santiago Ramón y Cajal de España, por el descubrimiento y estudio de siete tipos de neuronas relacionadas con el estrés. Larriva ha estudiado durante ocho años la capacidad de generar estímulos heterogéneos que provocan una respuesta general de adaptación ante el estrés, como aumento de la frecuencia respiratoria, sudoración e incremento de la velocidad del metabolismo, entre otros.
En su trabajo, el investigador ha empleado con éxito las mismas técnicas que utilizó el doctor Ramón y Cajal, quien obtuvo el Premio Nobel de Medicina en 1906. Ésta es la primera vez que dicha distinción se concede a un científico del continente americano.


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